Autocontrol Vs. Impulsividad
El control de impulsos hace referencia a nuestra capacidad para poder manejar o frenar nuestros deseos de forma inmediata (autocontrol). Las personas con un buen autocontrol son capaces de regular sus impulsos de forma voluntaria, decidiendo cuándo y cómo realizan sus conductas, a la par que son conscientes de las consecuencias que sus actos conllevan. Es decir, que el autocontrol cambia las reacciones (impulsos inconscientes) por respuestas (conductas razonadas).
En el lado opuesto estarían las personas impulsivas que son aquellas que tienden a responder ante las situaciones actuando y tomando decisiones rápidamente, de forma no premeditada, explosiva y sin demasiado análisis. La impulsividad se trata de un deseo intenso e irresistible por realizar un acto incluso cuando tiene consecuencias negativas para sí mismo u otras personas y que va muy asociada a la inmediatez o a, lo que en psicología llamamos, la gratificación inmediata. Es bastante frecuente que las personas impulsivas tengan a su vez una baja tolerancia a la frustración que se podría definir como una gran dificultad para gestionar las emociones negativas producidas cuando algo no sucede como la persona espera o cuando alguien no se comporta como la persona quiere.
Todos estos aspectos (impulsividad, búsqueda de gratificación inmediata y baja tolerancia a la frustración) son características claves en los procesos de falta de control de impulsos, dependencias y realización de conductas de riesgo relacionadas a su vez con determinados trastornos psicológicos como la ansiedad, las adicciones (tanto a sustancias como comportamentales), los ataques de ira y el Trastorno límite de la personalidad (TLP) entre otros.
Algunos ejemplos de conductas típicas de las personas impulsivas son:
- Conductas compensatorias a la frustración como por ejemplo, tocarse mucho el pelo, morderse las uñas o comer dulces o bollería
- Tendencia a las compras compulsivas o comprar cosas no planificadas sin consultar otras ofertas u otras tiendas
- Propensión al enfado y a la agresividad
- Falta de flexibilidad y adaptación a los cambios e imprevistos
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La impulsividad y el marketing
Lo cierto es que todos y todas tenemos cierta parte de impulsividad, ya sea en mayor o menor medida, y también es cierto que existen algunos estímulos ante los que nos es difícil frenarnos y controlarnos a nosotros/as mismos/as. Todo esto es muy bien conocido y estudiado por las áreas del marteking y la publicidad que se encargan precisamente de descubrir qué nos llama más la atención y diseñar estímulos que sean irresistibles para promocionar y vender su producto.
La campañas publicitarias están diseñadas cuidando todos los detalles, creando estímulos maximizados e idealizados que muy a menudo se alejan de la realidad para mostrarnos “otra realidad” artificial. Gracias a las nuevas tecnologías, los programas de retoque de imágenes y las pantallas con alta resolución acabamos visualizando imágenes saturadas de información, colores y formas llamativas, que despiertan y activan fuertemente nuestros instintos. Este tipo de estímulos que son una versión exagerada y artificial de un estímulo natural, son denominados estímulos supernormales.
Los estímulos supernormales
Los estímulos supernormarles aparecen en la literatura científica por primera vez gracias al etólogo Nikolaas Tinbergen, premio Nobel de Medicina en 1973. Tinbergen realizó numerosos experimentos con diferentes especies de animales para demostrar el poderoso efecto de los estímulos supernormales.
Uno de los experimentos más estudiado es el que realizó con gansos y otras aves que consistía en introducir huevos artificiales (falsos) en los nidos de las aves que estaban pintados con colores mucho más llamativos que los huevos originales de esas aves o eran de tamaño muy superior a los normales. Tinbergen observó que las aves mostraban mucha atracción por los huevos falsos y acababan abandonando sus propios huevos para incubar los falsos aunque algunos eran tan exageradamente grandes que hacían que el ave resbalara y se cayera.
Este fenómeno explica que los animales poseemos ciertos instintos codificados para responder ante ciertos estímulos y que, manipulando estos estímulos, se condicionan los instintos. Por lo tanto, una magnificación u exageración de estos estímulos, a los cuales Tinbergen llamó estímulos supernormales, podían engañar a los animales provocando en ellos una respuesta más intensa que la normal.
Tipos de estímulos supernormales
Lo cierto es que estamos rodeados de estímulos supernormales y cada vez más forman parte de nuestro día a día. Por ejemplo:
- Los anuncios televisivos nos muestran exageraciones y dramatizaciones para llamarnos la atención.
- Los alimentos ultra procesados con exceso de azúcares y/o grasas, con colores y formas exageradas y habitualmente envueltos en paquetes también muy llamativos.
- Algunas operaciones de estética son estímulos supernormales como los implantes mamarios.
- Los programas de televisión de cotilleo acerca de la vida de personajes famosos y los reality shows están plagados de estímulos sociales supernormales.
- La pornografía está repleta de estímulos supernormales con exageraciones de diversa índole.
- Muchos videojuegos nos ponen en la piel de personas con super poderes o extra corpulentos, o con capacidades sobre humanas para que queramos jugar más y más horas.
- Las fotografías con filtros o con retoques de edición de las redes sociales y las campañas publicitarias siguen un ideal de belleza exagerado e irreal.
El control de impulsos ante los estímulos supernormales
Queda claro que los estímulos supernormales nos provocan una respuesta exagerada y más intensa que la respuesta estereotipada que daríamos al estímulo natural. Pero, ¿qué tiene que ver esto con que los donuts o las patatas fritas nos resulten tan apetecibles? La razón está en los mecanismos de recompensa que tenemos dado que estamos programados para sentir placer con las conductas que favorecen la supervivencia y la reproducción (comer, beber, dormir, tener relaciones sexuales, etc.). En la naturaleza el acceso a alimentos dulces y/o grasos era escaso y muy puntual por lo que había que aprovechar la ocasión y por eso sentimos placer al consumirlos. Actualmente estos alimentos están siempre disponibles (y además son muy llamativos) pero nuestra respuesta hacia ellos sigue siendo la misma por lo que nuestros mecanismos de recompensa ya no funcionan correctamente y corremos el riesgo de comerlos más de lo conveniente obviando la ingesta de otros alimentos saludables.
Algo similar nos sucede con el resto de ejemplos que hemos comentado: la pornografía, los/las modelos de publicidad, las realidades artificiales de las redes sociales donde todos parecen tener una vida impresionante, etc. En este tipo de estímulos supernormales es destacable que generan tanta atracción que modificamos nuestras conductas saludables por seguir esos estándares artificiales: por conseguir belleza obtenemos enfermedad, por mostrar éxito conseguimos soledad, etc. Se requiere una buena dosis de razonamiento y de madurez emocional para no verse arrastrado por alguno de estos impulsos y la ansiedad y frustración que provocan. En esta situación las personas impulsivas tienen más dificultades ya que les mueve el deseo de gratificación inmediata en lugar de atender a las consecuencias de esa acción.
Por otra parte, es importante que podamos diferenciar correctamente entre las dificultades de control de impulsos que estamos comentando, con lo que son propiamente las fobias de impulsión. Las fobias de impulsión son pensamientos recurrentes obsesivos que le vienen a la mente a la persona de forma involuntaria. Normalmente estos pensamientos son muy ansiógenos y estresantes, puesto que van asociados en muchos casos con hacer daño a los demás. Son pensamientos contrarios a los deseos de la persona y precisamente por eso resultan tan desconcertantes y ansiosos.