El cuidador en la esquizofrenia
En España se estima que el 80% de las personas con esquizofrenia u otros trastornos mentales severos, viven con la familia. Y el cuidador principal es un familiar, principalmente los padres. Las labores de cuidado que desempeñan pueden ir desde acompañarles al médico, hasta ayudarles a vestirse o en su aseo personal o en cualquier aspecto de su vida cotidiana que no pueda realizar sin ayuda.
Una de las principales dificultades que se encuentran los cuidadores, es verse absorbidos por la persona a cuidar, y dedicarse plenamente a la otra persona olvidándose de uno mismo. Es sencillo caer en el error de no darle importancia a la salud de uno mismo. Pero es evidente que si enferma o se sobrecarga mental o físicamente, no podrá cuidar de sus seres queridos.
Pautas para un cuidador de una persona con esquizofrenia
El tratamiento de la esquizofrenia y su cuidado requieren de una serie de habilidades y formación por la persona cuidadora. Pero no es suficiente con esto. El cuidador a la par que cuida al resto, ha de cuidarse a sí mismo. Estas son unas pautas importantes a poder aplicar.
- Procurar realizar con regularidad y de forma independiente al familiar o a la persona a cuidar, actividades agradables y de ocio.
- Procurar quedar con amigos y tener relaciones sociales diversas.
- Contar con personas de confianza con las que compartir sus preocupaciones y problemas.
- Aprender a delegar responsabilidades de cuidador y compartir estas. responsabilidades con otros.
- Potenciar que el familiar o persona a cuidar realice el máximo numero de actividades de forma autónoma, aunque esto suponga que tarde más tiempo.
En general se puede considerar como guía principal, el hecho que el cuidador no vea absorbida su vida por el hecho de tener que ocuparse o ayudar a una persona con esquizofrenia. Y es muy importante que el cuidador sepa identificar las diversas fases de la esquizofrenia para poder acercarse más a la persona y ayudarla de forma más intensiva en las fases que lo requiera. Y saber marcar más distancia y fomentar la autonomía de la persona en las fases en las que la persona con esquizofrenia se encuentre mejor, o más estable. De esta manera es posible que el cuidador en determinados momentos de la enfermedad deba ayudar a la persona a vestirse o a ducharse, pero que en otras fases de la enfermedad simplemente supervise que se haya duchado. Es muy imortante no estancarse en las funciones de cuidador y acabar haciéndolo todo siempre, fomentando de esta manera la autonomía y la iniciativa de la persona a cuidar.
En caso que el cuidador no sepa marcar distancia y combinar los cuidados de otra persona con su propia vida, lo más normal es que de forma progresiva se vaya desgastando de tal forma que esté tenso e irritado a lo largo del día. Esto inevitablemente generará un empeoramiento del ambiente familiar y por consiguiente tendrá un impacto sobre la evolución de la enfermedad. Ya hemos visto que las personas con esquizofrenia son muy permeables al ambiente familiar y a su contexto, cómo la emoción expresada les afecta. Y el estrés es uno de los precipitantes de los principales síntomas de la esquizofrenia. Por lo que se genera una interacción negativa para la enfermedad y para el cuidador puesto que cada vez se siente peor.
Este círculo vicioso puede romperse en el momento que el cuidador se de cuenta que debe cuidarse a sí mismo un mínimo para poder proporcionar a la persona con esquizofrenia unas mejores condiciones de cuidado. En caso de no ser capaz de romper este círculo vicioso, es altamente recomendable visitar a su psicólogo especialista habitual y comentarle la situación en la que se encuentra.
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