El trastorno antisocial de la personalidad se podría definir como un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y que continúa en la edad adulta. Para poderse diagnosticar es necesario que antes de los 15 años, la persona ya haya presentado algún síntoma del trastorno disocial.
Los comportamientos característicos del trastorno disocial forman parte de una de estas cuatro categorías:
- Agresión a la gente o los animales
- Destrucción de la propiedad
- Fraudes o hurtos
- Violación grave de las normas
Características de las personas con trastorno antisocial
Las personas con trastorno antisocial desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás. Frecuentemente engañan o manipulan para obtener beneficios o placeres personales. Tienen dificultades para controlar sus impulsos y sus necesidades, por ello a la hora de planificar su futuro tienen serias dificultades y les cuesta mucho ver las consecuencias a largo plazo de sus actos. Generalmente se mueven por la satisfacción inmediata de lo que desean y puede ser frecuente el abuso de sustancias.
Tienden a ser irritables y pueden tener peleas con frecuencia, así como maltratar a su pareja o seres queridos, (hijos, padres…) También muestran una despreocupación por su seguridad física o la de las personas cercanas. Como la conducción temeraria, o conductas sexuales de riesgo, o marcharse y dejar desatendido a un hijo.
Las personas con trastorno antisocial tienen pocos o ningún remordimiento por sus actos, no se sienten culpables y les cuesta muchísimo empatizar con las personas. Generalmente se les tilda de egoístas, y efectivamente lo son, no se preocupan por el resto, o simplemente no tiene en cuenta que hay más gente. Cogen lo que necesitan cuando lo necesitan, nada más. Pueden justificarse de forma superficial, “de todas formas le iba a pasar antes o después…” “tampoco es para tanto”. E incluso pueden culpar a sus víctimas por ser débiles, tontas, o merecer esa mala suerte.
Es muy complicado que la persona con trastorno de personalidad antisocial acuda a consulta puesto que él/ella no ha hecho nada malo ni entiende porqué tiene que sentir pena, o remordimiento. Sin embargo, puede que acuda a terapia por orden judicial o directamente desde prisión.