Nuestras emociones positivas han de equilibrar las negativas
La investigación científica, médicos, psiquiatras, psicólogos durante décadas se han centrado en estudiar la enfermedad, las diferentes patologías o dolencias que puede tener el hombre así como en encontrar la solución más adecuada para cada dolencia. Gracias a los avances en este área se han podido dar solución a dolencias que hace unos años no tenían cura, y en general se ha podido minimizar en gran medida el sufrimiento de las personas, y es por ello que hoy en día nos podemos centrar en estudiar todo aquello que ayude a que las personas puedan ser más felices.
En esta línea ya desde los años 50 se introdujo el concepto de calidad de vida con el cual se introducía un nuevo valor en la ecuación del malestar, es posible estar enfermo pero no debe afectar al 100% del individuo, si conseguimos que otras áreas de su vida estén conservadas y le agraden. Por ello uno de los objetivos de estudio actuales dentro de la mejoría de las enfermedades y concretamente de las enfermedades mentales se centra en los procesos que subyacen a las fortalezas y emociones positivas del ser humano y que contribuyen a que éste recupere su estado de salud.
El foco de atención se centra en equilibrar la balanza, no en no prestarle atención a la enfermedad sino en mirar de equilibrarla, hemos de centrarnos en todos aquellos aspectos que contribuyen no solo a que la persona se adapte mejor a la enfermedad sino que también favorezcan su adherencia al tratamiento y a su recuperación temprana.
Por ello el estudio de las emociones positivas (ilusión, alegría, optimismo, fortaleza…) es tan importante como el de las emociones negativas (tristeza, rabia, culpa…) Unas emociones nos van a ayudar a sobrellevar y compensar las otras. Toda emoción la encontramos ligada a una acción y una sensación que nos impulsa a actuar de una determinada manera, a tomar parte en actividades.
Si potenciamos las emociones positivas moveremos a la persona hacia acciones y actividades que entrañan beneficios adaptativos indirectos y a largo plazo, a la par que fomentan y fortalecen recursos personales duraderos. Equilibraremos a la persona alimentando otras áreas vitales que no están afectadas por la enfermedad y que la persona puede seguir disfrutando y compartiendo.
Ya que en el otro lado tenemos a nuestras emociones negativas que ya nos están moviendo a situaciones que nos hacen mantener nuestro problema y enfermedad, aportándonos en el mejor de los casos alivio sintomático inmediato, pero alargando nuestro malestar general.
Conclusiones sobre las emociones positivas
Las emociones positivas son el complemento perfecto para la recuperación de cualquier enfermedad mental o física, y nos van a facilitar el camino para poder adquirir una mayor calidad de vida. Van a equilibrar la balanza en todos aquellos casos que consideramos de difícil solución, y van a dar fuerza a todas aquellas personas que se encuentran en medio de un proceso de recuperación. Por ello hemos de mirar de alimentarlas lo máximo posible, son muy asequibles a todo el mundo y no necesitamos acudir a ninguna farmacia para generarlas, nos basta con salir a pasear, ver una película, escuchar nuestra canción favorita, jugar con nuestros hijos, ayudar a nuestros padres, leer esa novela, o cocinarnos nuestro plato favorito.
Nuestra mejoría depende de nuestra actitud y las ganas que tengamos de estar bien, nosotros mismos podemos potenciar nuestras emociones positivas y por consiguiente mejorar nuestra calidad de vida. Comencemos a generarnos emociones positivas, notaremos el cambio al momento.
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Rubén Blasco, Psicólogo Colegiado Nº 14830.
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