Controlar las emociones en el trastorno límite de la personalidad

Controlar las emociones no es algo que sea necesario únicamente dentro del trastorno límite de la personalidad, aunque ya veremos que en esa patología ocupa un lugar predominante en la posible mejoría de la persona. Controlar las emociones es una habilidad y como tal es entrenable y muchas personas necesitan entrenarse en este control por su propia necesidad, o profesión, desde deportistas de élite, empresarios, conductores, cuerpos de seguridad…. la lista es interminable, aunque es recomendable que todo el mundo independientemente de su profesión o empleo, sepa controlar sus emociones. Veamos un poco más a fondo el control de las emociones centrándonos en el trastorno límite de personalidad:

Controlar las emociones es uno de los grandes retos dentro del tratamiento del trastorno límite de la personalidad, ya que van a ser el centro de su día a día y la principal causa de sus problemas de estabilidad e interacción social. En el trastorno límite las emociones se sienten de forma tan intensa que acabamos estando a su merced. Inicialmente existe una gran dificultad para identificar las emociones dentro de este trastorno, ya que se entremezclan las unas con las otras y nos cuesta separarlas e identificar de dónde proviene cada una.

Otra de las dificultades que comentábamos al principio es su intensidad, generalmente muy desproporcionada a la situación o evento causante de la emoción. Por ello es posible que tras una anulación de última hora en una cita con una amistad, la persona sienta una rabia y tristeza sobrecogedoras haciendo que el resto de la tarde se convierta en una constante decepción con sentimientos de rechazo por parte del resto. Cuando otra persona en su lugar intentaría hacer nuevos planes o quedar con otra amistad. En este ejemplo vemos claramente esa desproporción entre el hecho (me han anulado una cita de última hora) y mis sentimientos o emociones, que debido a esta desproporción anulan a la persona y la bloquean haciéndola incapaz de realizar cualquier otra cosa que no sea intentar calmarse.

Una de las características más importantes de las emociones es su naturaleza abstracta e intangible, no las vemos, no las podemos tocar, nos cuesta mucho poderlas medir, y no son iguales, dos personas no sienten la misma tristeza, por lo que decimos que son idiosincráticas, es decir personalizadas para cada persona. Esto nos puede dar una idea de por qué son tan difíciles de controlar las emociones. Nos faltan puntos de referencia estáticos, tangibles, y si además, les añadidos nuestras creencias personales sobre lo que supone tener una emoción u otra, o el pensar que no debo sentir una emoción u otra o que «los fuertes no sienten esto o aquello…» ya no sabemos cómo hacerlo para manejar nuestras emociones. Esto es debido a que las emociones tienen asociadas  una serie de mitos o leyendas que aún nos dificultan más su correcto control. Veamos algunos de los mitos sobre las emociones:

Mitos sobre las emociones:

• Dejar que el resto sepa que me encuentro mal es de débiles.
• Si el resto se da cuenta que soy débil se aprovecharán de mí.
• Se pueden experimentar emociones sin causa alguna.
• Si los demás no aprueban mis sentimientos, no debería sentirme como me siento.
• Hay una forma correcta de sentirse en cada situación.
• Las emociones de los demás siempre son mejores.
• Las emociones negativas no las debemos sentir.
• Los demás saben mejor que yo cómo me siento.
• Hay emociones que no sirven para nada.
• Si tengo emociones negativas es por mi culpa.
• Lo mejor es no sentir.

Ejercicio práctico para controlar las emociones

 Un ejercicio que resulta de gran utilidad es recoger este listado de mitos acerca de las emociones y uno a uno irlos analizando y desmintiendo por uno mismo. De manera ordenada cogemos papel y boli y vamos analizando cada uno de los mitos, por qué para mi es importante y qué tiene de cierto y de falso cada mito. Una vez acabado el ejercicio tendré en mis manos un nuevo listado de afirmaciones sobre las emociones mucho más adaptativo y personalizado que me ayudará a entender cómo me siento en cada momento y a aceptar esa emoción. Es posible realizar este mismo ejercicio acompañado por una persona cercana a mí que me conozca lo suficiente, para que me pueda ayudar en caso que me bloquee con algún mito sobre las emociones.

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